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6 de enero de 2021

Lo real en la mente

    Que no se detenga. Aunque, quizás, jamás se detiene. Sólo que yo me empecino en darle cuerda por amor a vaya saber qué. Me emperro en hacerlo andar, como si se tratara de las bielas de una bicicleta. No vaya a ser que al detenerse demasiado esté perdiendo la gracia. Empujar, bajar, reposar, inercia, volver a empujar. No pierdas el equilibrio, hazlo coherente.

     Estando arrojado en una isla de vasta vegetación y tantos rincones por desvelar, me he tomado el trabajo de adentrarme en cuevas que tenían cierto atractivo. Ha sido una ardua tarea en un principio, pero me ha satisfecho muy bien el apetito y además ha calado en mí más de lo que esperaba con el correr de los años. No podía hacer la vista gorda a todo esto que hoy manso reposa en mí. Y si bien me encontré trastabillando en un principio, fue para más tarde verme trotando desvelado y percibido de rebosante coraje y esperanza hacia adelante. En aquel momento, cuando empezó, me vi rodeado de un llamativo verde que viste la flora de estos lugares mientras advertía que había desconocidos lugares y  experiencias por encontrar. Se trataba de una especie de llamado, el cual, en su momento, no haber acudido a él hubiese sido motivo de arrepentimiento en el camino que queda por recorrer. Confieso además, que nunca me encuentro solo. Que ya he visto a otros adentrarse también en esas fulgurantes cuevas y en algunos de estos casos, hasta he descubierto varias de estas entradas vibrantes a mi vista gracias al ejercicio de observar ¿Cómo iba a desatender, entre tanta maleza repetitiva, tan sorprendente sensación? ¿Qué más daban todos los demás caminos que puede haber? Estos huecos centelleantes me han enseñado muchas cosas, entre ellas, acerca del arrepentimiento. Y he visto con mucho regocijo, que no haber tomado esos caminos me haría desesperar. Estaría hoy sangrando desde aquella semilla que debía florecer, apretujada de tanto sostener.

    Aún hoy pienso y me pregunto, luego de haberme encargado de observar desde adentro los detalles, si valió la pena la lucha. O al menos para qué. Me otorga la apariencia y sensación de estar más preparado, pero ¿hasta dónde todo esto es realmente necesario, útil o coherente en el paso por la existencia?

    Es llamativo cómo considera la sociedad en general, desde su sentido común, ciertas cosas como reales cuando no lo son, y a su vez niegan e intentan ridiculizar otras que en sí misma son más reales, o al menos muestran la capacidad de serlo. Vivimos estableciendo valores sobre las distintas cosas que se van haciendo presente en nuestras vidas. Y en la triste mayoría de los casos, las formas e ideas que se emiten carecen de esencia, escapan de una profunda comprensión propia sobre lo que significan y se dejan llevar por lo que nos dicen que es, ignorando las sensaciones internas que poseemos, enterrándolas a veces en lo más profundo para así no tener que lidiar con ellas.
    Desde hace tiempo, ya desde antes de cumplir la mayoría de edad, he querido liberarme de las cadenas que me impedían estudiar la información que me atrae o me resulta llamativa y no la que nos es impuesta. De a poco he ido acomodándome desde esa necesidad hasta llegar a un momento bastante parecido al que siempre anhelé. Pero hallándome acá me encuentro con nuevas trabas (parece que nunca se terminan, no?). Algunas se me aparecen en una especie de sesgo, que logro interpretar como tales porque noto que son pensamientos infundados, podríamos decir que son trabas autoimpuestas. Y otras por supuesto materiales, como el hecho de tener que salir a trabajar de lo primero que se encuentra para satisfacer lo inmediato. Pero, ¿es una traba esto último? Pregunto esto con la intención de ahondar un poco más en lo que es real y lo que no, el cómo podemos notar esta diferencia. Verá, una vida donde no tuviese obligaciones en el "mundo exterior", es decir en todo ese espacio que excede al pequeño trozo personal que puede ser una habitación en las alturas de un edificio, en una propia parcela de tierra o vagando, me resulta inconcebible. Y es así ya que la propia existencia física nos condiciona a participar de la construcción de nuestro mundo, así sea en una pequeña tarea o en algo de mayor importancia. Con lo cual, así mismo, qué sería la vida de un escritor que no hace más que leer, ya sea libros, portales de noticias, ensayos o estudios científicos, todo en un mismo cuarto encerrado y en una pequeña caja al alcance de la mano que en pocos segundos accede a cualquier información, peripecia posible hoy en día gracias a internet. Información o contenido es sólo aquello que vuelca otro ser desde un punto remoto en la gigantezca red virtual que es internet. Lo que se lee puede ser muy bueno, pero para ser muy bueno debe saberse de qué se trata lo muy bueno. Vamos, que se debe tener un ojo entrenado, una mente agudizada capaz de reconocer qué es "más de lo mismo" y qué tiene un potencial trascendental. Una vida donde no se hace nada más que estar en un mundo virtual llevaría a ignorar y hasta desconocer lo que realmente es objetivo en un mundo que sí compartimos entre todos.
    Por otro lado, siguiendo el hilo anterior, se suele concebir -el trabajo- con la idea de -ser un empleado- con una vida miserable. El problema es que siempre se hace mella con la forma y no con el contenido (con el acto mismo de trabajar). Figúrese esto y analice: sin ningún tipo de actividad física/cerebral/fisiológica que comprenda o contenga el intercambio del propio ser con la propia realidad que lo rodea, incluyendo el uso de sus manos para manipular cosas físicas, o por ejemplo, en sus maneras y formas de comunicar hacia el exterior y a otros individuos lo que se tiene en el interior, ¿cómo puede saber qué es lo bueno y qué no? Y vea aún más, que yo no estoy haciendo ningún tipo de juicio personal acerca de "qué es lo bueno". Lo "bueno" en un sentido efectivo, es decir, cargado de un consecuente valor personal. Acá las posibilidades o los caminos son subjetivos ¿Cómo separar la paja del trigo entonces? Bueno, resumiendo, empezando a separar la paja del trigo en base a lo que ya saben. Aún fallando en los primeros intentos, -que es muy probable que en varios casos apartemos lo bueno y retengamos lo inútil o nocivo-, el sólo hecho de comenzar a hacerlo va a permitir ir rectificando la esencia misma del acto.
       Ahora bien, en definitiva, ¿se puede aprender una actividad, cualquiera que sea, sin poner el cuerpo? En este caso, me refiero incluso al arte de pensar, reflexionar, sacar conclusiones y tomar decisiones. El hecho de conocer, comprender, aprender y por sobre todo saber, realmente saber. Ya sea algo abstracto-espiritual, como por ejemplo la cuestión de la técnica (mental y espiritual) aplicada a la transformación de un entorno (es decir, desde lo abstracto a lo físico) fusionada con el marco teórico que se utilizó (lo que creemos saber), son ejercicios y procesos de formación del saber real y no aparente. A ambos espacios, tanto el abstracto como el físico, se los puede pensar, teorizar, extraerles/tomarles factores o eventos y ver en retrospectiva sus partes. Luego sacar conclusiones, y aburrirse todo el tramo si se quiere. Pero ¿de qué sirve todo esto sino para organizarse desde los errores? Para, a fin de cuentas, rectificar sobre lo acontecido? No podría ser de otra manera, de lo contrario se navega sin puerto. Y no me refiero a que se aprende sólo errando, sino a que de nada sirve teorizar, estar todo el día adentro de uno mismo, excluído, pensando ¿para qué? El arte de pensar no tiene sentido si las ideas que se están amasando son ilusiones, imaginaciones. El arte del saber, de la sabiduría, se cultiva desde el interior, en una simbiosis inevitable con la experiencia. Esta última es el agua que riega la semilla que se ha plantado en ese individuo.

    Una vez que ya se tiene una noción sobre lo que se quiere aprender, es decir, un marco teórico (memoria y conciencia), una base espiritual (serenidad de las emociones e intuición) y un proceso experimental recorrido (técnica, el uso de las manos, y el cuerpo en general, en la transformación material) se puede tener en cuenta lo siguiente:

"La lógica te lleva de A a B, pero la imaginación te llevará a cualquier lado."

    No tener en cuenta esta frase de Einstein me parece, el más común error de los que se hacen llamar adultos.

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